El paciente habla: ¿Cuáles son los recordatorios más convenientes para ellos?
En Nimblr.ai creemos que la comunicación entre pacientes y médicos es vital para que ambas partes obtengan mejores resultados. En esta ocasión la blogger Lorena Santibañez, nos cuenta sus experiencias con los recordatorios y los reagendamientos de consultas. Aquí nos cuenta cómo le gustaría que se resolviera este inconveniente en su vida.
Por: Lorena Santibañez
Mi memoria cada vez está peor. Todo se me olvida. Creo que estoy peor que sartén de teflón, porque en mi experiencia, al sartén de teflón sí se le pegan los alimentos si no se le pone aceite. No sirven para nada esos sartenes por cierto.
Se me olvida en que día de la semana estoy; se me olvida llevar el violín a la clase de violín, y el traje de baño a la clase de natación. Se me olvida pasar a la tintorería por las camisas que llevan 3 semanas ahí y ya me hablaron 2 veces que fuera por ellas; se me olvida dejarle el dinero al jardinero; se me olvida que me apunté de voluntaria en una actividad del colegio, cosa de la que me acuerdo hasta que recibo el aterrador mensajito: “¿Sí vas a venir?” Entonces, una bocanada de aire entra por mis narices inflando mis pulmones al máximo mientras me digo “uuussshhhh, se me olvidó que dije que sí iba”; y para terminar con la lista que para nada es exhaustiva, también se me olvida que tenía cita con el pediatra.
He de decir que esta última, la del pediatra, los dos tuvimos algo de culpa. Yo por no apuntar y la oficina del pediatra por avisarme de una forma no eficiente. Hace una semana me mandaron del consultorio, un mail recordándome que tenía cita la semana siguiente. El correo me llegó mientras estaba parada en un semáforo. Me di cuenta que ese día no podía porque claro, ya tenía otra cosa el mismo día a la misma hora, que de milagro recordé que tenía. Entonces les contesté el correo pidiendo cambiar la cita, pero cuando lo mandé me di cuenta que la cuenta decía 'no-reply@blahblah.com', en eso se cambió a verde el semáforo y quedó la cita con el pediatra perdida en el ciberespacio esperando un desenlace. De hecho seguro que ahí sigue, junto con todas las demás citas que mi mente no logró grabar. Yo me distraje y ya no supe más de esa cita.
Unos días después hablé para reprogramar la cita, me dicen que no recibieron el correo y me dan una opción dentro de dos semanas… “Señorita, tenga compasión de mí, yo sí mandé el correo pidiendo un cambio de cita a un correo que decía claramente “no-reply,” ándele no sea malita y búsqueme una cita para mañana, que mi memoria es de cortísimo plazo, usted no se imagina lo que es mi vida.”.
No se apiadó nada, y estoy en espera de otra cita para dentro de dos semanas. “¿Quiere que le hablemos para recordarle la cita?” me preguntan de la oficina del doctor. "Sí, márqueme, aunque he de decirle que si me marca mientas estoy bañando niños, o haciéndola de juez mediador entre dos de mis hijos, le deseo suerte con esa llamada… porque, aunque yo le esté contestando: ah sí... la cita con el pediatra, mañana... sí claro que me acuerdo…a las 5:00 de la tarde, ah sí…. en el consultorio de las Lomas, no del Pedregal”, en mi cabeza se va a estar grabando: Hay una cita de algo, con alguien, no sé cuándo, no sé en dónde, y no sé a qué horas, pero tengo una cita en algún momento.
Me pregunto: ¿qué sería lo óptimo para recordar a los pacientes de sus citas? Dado que los mails quedan perdidos en el ciberespacio y las llamadas caen en mal momento, creo que lo mejor serían los mensajes de texto. ¡Son perfectos para este propósito! Puedo responderlos cuando yo quiera (ya prestándoles total atención) y no me interrumpen a la mitad de algo.
Pero no hablo de esos mensajes promocionales ni como las notificaciones de movimientos bancarios, los cuales jamás puedo responder. Yo me refiero a aquellos que me permitan contestar y que tenga la certeza de que mi doctor y su personal, lo leen y que puedan interactuar conmigo. Y si esas confirmaciones por mensaje pudieran sincronizarse con el calendario de mi teléfono, estaría perfecto.